jueves, 17 de agosto de 2017

Sentís?

Amo tu sonrisa.
La amo tanto que vivo buscando formas de dispararla. Pero no la que es cordial y políticamente correcta, sino la otra: la que me muestra tu alma.
Explorándote encontré tu timidez. Esa que te hace tan dulce y frágil. Esa que no le mostras a nadie para no ser vulnerable. Esa que recorre tus venas aunque estés montando tu caballo imaginario de poder y liderazgo.
Tu timidez, bien estimulada, dispara tu sonrisa pícara. Esa que es sólo mía cuando me abrazas en la oscuridad, desnudos, bajo el edredón y me acaricias. Esa sonrisa tan pura que aparece únicamente cuándo el tiempo tirano descansa y la vida misma es nuestra cómplice.
Te enseñé a tocarme. Te mostré el punto exacto, la fuerza justa, el vaivén preciso. Pero no para tener placer.
Te guíe para romper tu timidez y que con los ojos cerrados sonrias desde lo más profundo de tu masculinidad.
Lo logré. Lo sé.
Sé cuánto disfrutas mi orgasmo cuando mi cuerpo vibra en tus manos mismas y se escurre por tus dedos dentro de mi vagina.
Espio tu sonrisa mientras acabo. Esa sonrisa es hermosa, intensa y mía. Nadie más sabe cómo construirla.
No hay siquiera reinas de belleza que te hayan hecho tocar el cielo mismísimo con las manos como yo lo hago. Estoy segura.