domingo, 11 de junio de 2017

Ojos bien cerrados

Como cada noche, llega ese segundo narcótico e infinito antes de dormir.
Y de vuelta el recuerdo de tus gemidos de placer en un loop. Tu aroma a sexo, las yemas de tus dedos en mi columna vertebral, tu lengua dulce y pícara.
La oscuridad entrecortada de mi habitación es cómplice de las escenas de tu departamento.
La cama, tu cuerpo, el mío, más gemidos, tu dulce violencia mostrándome cómo te gusta, tus manos en mis caderas poniendo el ritmo, a ratitos fuerte, a ratitos lento.
Enseguida las escenas de la ducha. El agua tibia sobre los dos, el jabón en mi piel, vos dentro mío, un vaivén distinto, otros orgasmos.
El tic tac ensordecedor del reloj en la pared me hipnotiza. No puedo dormir y no puedo abrir los ojos.
Estoy ahí, en tu auto. Tus dedos entre la bombachita de encaje rojo y mi clítoris. Puedo sentir el néctar de ese orgasmo en la saliva de mi boca cuando se pone espesa.
Vienen a mi mente los baños públicos y tu miembro en mi boca, tratando de no perder el control, sin poder parar, sin poder gritar.
Aquí me quedo mi amor. Enamorada de tu ausencia. Soñándote en este limbo entre despierta y dormida.
Con los ojos bien cerrados.