martes, 1 de julio de 2014

La parte que sobra (2/3)

Me di cuenta que la vida no exigía tanto de mí: tanto sacrificio, tanto cansancio, tanto dinero, tantas drogas. Me di cuenta que Dios solo me pedía ser feliz, pero no lo escuché.

Darme cuenta de esto me tomó 1 año y medio de psicoterapia, psiquiatra, meditación, kundalini yoga, oraciones y fe, soledad, dolor, lágrimas, litio, clonazepam, periodos cortos con otros psicotrópicos, rabia, impotencia, el abandono asqueroso de mi propia familia, unas cuantas palizas de parte de gente intolerante, más de 20 libros de auto ayuda, fracasos artísticos y laborales, abstinencia de alcohol, drogas, café y todo tipo de estimulantes químicos.

Ese es el tiempo y el proceso resumido en un párrafo para explicarles que en diciembre de 2012 me diagnosticaron Trastorno Bipolar Tipo I. Si, una enfermedad mental. Desde entonces, mi compañera inseparable hasta el final de mis días. El perro negro explica muy bien lo que yo sufría.



Un aplauso a todos los que me han discriminado desde este punto. Pueden dejar de leer y volver a sus vidas intolerantes. Yo me río de ustedes porque en todo este tiempo la he llevado tan bien que nadie se dio cuenta.

La discriminación que sienten los gays, negros, discapacitados, enfermos de sida; yo la sentí en mi carne, en la sangre que corre por mis venas cuando mi ex-esposo Manuel González pidió al Juzgado del 6º Turno de la Niñez y la Adolescencia la tenencia de mi hijo Pablito alegando única y exclusivamente mi enfermedad. Los embates hacia mí no importan mucho porque me los banqué todos como una leona, pero exponer a mi niñito de 5 años a declarar y a que le hagan estudios psicológicos no se justificaba, simplemente desde el punto que los médicos que me tratan desde que todo esto comenzó garantizaron ante el Juzgado, poniendo sus matrículas y su credibilidad profesional en juego, que yo soy apta para criar a mi hijo.

Y aquí agrego un solo hecho irrefutable: desde que este muchacho realizó el abandono de hogar el año pasado (rajó como nena cuando se dio cuenta que la enfermedad era en serio, perdón mi francés), ¿quién creen que crió al niño? Toda la gente que me conoce sabe esto.

Mi vida llegó a un punto de cierre de ciclo. Tengo que reconstruirme sin esa parte que ya no es útil a mi propósito como en este vídeo.


Voy a reiniciar mi vida. Apretar reset en mi mente. Estoy lista. Quiero hacer mi plan de vida para convertirme de vuelta en una mujer productiva, positiva, buena madre, buena pareja, buena amiga. Para eso me he dado cuenta que debo estar conmigo y nadie más que conmigo y la enfermedad.

Pablito se va a quedar temporalmente con su padre en la casa de sus abuelos (porque este muchacho vida/casa no tiene). Esto representa la cabeza de alce en el muro para demostrar públicamente que “ganó”, que tenía la razón, que estoy loca, que no puedo ni debo estar cerca del niño, que fue la víctima de esta horrible historia estilo Hitchcock que inventó su mente para no sentirse culpable al abandonarnos. ¿Pero saben qué? Ese argumento es solo válido en su cabeza, para su familia y amigos y su próxima pareja, cuando le cuente la historia de la maléfica bruja enferma mental, mientras llora en su hombro consolador (porque este tipo es un héroe haciéndose la víctima, me consta).

A pesar de esta decisión, estoy tranquila porque en mi niño forjé un espíritu inquebrantable, y nada, ni nadie lo va a cambiar. Él y yo tenemos un vínculo irrompible en la mente, en el corazón y en Dios.

Yo voy a un país donde ya han superado la discriminación, donde la salud es gratuita y existen cientos de institutos especializados en mi enfermedad. Acá no tengo esa oportunidad, ya llegué lo más lejos que podía con mis médicos. Ellos están de acuerdo con esto. Yo los aplaudo porque han hecho un excelente trabajo.

La bipolaridad tiene cura. Una cura que no consiste en que yo persista en la búsqueda de la estabilización por medios químicos, sino en transformar mis períodos con baja y con alza de mi estado anímico en un recurso constructivo en mi vida como persona. Esto ya depende de mí.

Eso voy a buscar y apuesto que lo logro. ¿Acaso conocen una persona más persistente que yo con un objetivo?

Mi curva de tratamiento