miércoles, 1 de febrero de 2012

Hay noches


Hay noches en que se hace más difícil escribir estas cartas. Hay noches en que me siento más sola, más frágil, más humana.

Hace meses que estoy en abstinencia y creo que mi sexo gobierna mi cabeza. Tengo miedo de que la necesidad me traicione y arruine todo.

Es que ya no puedo. Me rendí con él. No quiero seguir fingiendo la misma mierda de siempre. No  puedo. Ya no me dan las fuerzas. Se me agotaron los clichés para hacer pasar el tiempo compartido.

Odio el matrimonio, extraño mi soledad. Lo único que me ata es la sonrisa de mi hijo viviendo la infancia que yo no tuve: con mamá y papá. Me pongo la careta y me la banco por él, para que sea feliz.

Ojalá no me esté equivocando. Deseo con todas mis fuerzas que esto valga la pena y que cuando llegue la hora mi hijo sea un hombre de bien, capaz de amar más de lo que yo me animo.

Hay noches que creo que solamente soy cobarde y que todo esto es una excusa para no enfrentar lo que de verdad quiero. Y hay noches en que veo dormir a mi niño tan plácidamente que el sacrificio tiene sentido.