Ahora, a medianoche, cuando no te amo, te hablo.
Es tarde. Te vas. Ninguna imagen tuya habita mi mente.
Pero nadie se salva de la memoria de los hombres.
La luna que transporta en su ebria travesía te trae de vuelta.
El sabor de tu lengua dormida.
La crueldad del beso que ruego o que robo.
Solo siento tu perfume, el resto se ha ido y ha muerto
Lanzo redes y duermo. Abrazo en mis manos el sueño.
El miedo se ha ido y respiro mi soledad.
Espacios inmensos viven en mi ciega noche.
Es tarde. Me voy. Mi conciencia se apaga
Amanece. Dormimos los dos, lejos de los dos y duele.
Criaturas de mi mente te dibujan en mis sábanas.
Es temprano. No has venido. Tu imagen habita en mi cuerpo.
No te despediste y yo no regreso de tus manos.
No estoy desnuda. Me visten aún tus caricias añejas.
Eres intocable. Frío como escarcha y duro cual mármol.
Me parte el alma. Este delirio es tu crimen.
Mis disparates están borrachos de tu ausencia.
Esta angustia no miente. El miedo se ha ido.
Respiro mi soledad y la ilusión muerta duele.
Nada existe. El hogar fue un sueño.
Volviste. Has olvidado los pasos que diste en mi sendero.
¿Amar? No importa.
Me conformo con tus migajas de pasión.
Te desnudas en mis ojos y acaricias.
Recuerdas. Algo recuerdas. Algo.
Miel y escarcha. Tu alfabeto de frío.
Habitas por un segundo mi pecho y me llenas.
Me conformo. Algo recuerdas.