Todas las veces que me pregunto – filosóficamente – por qué
seguir recuerdo mi propia sonrisa.
Nunca vuelven a mi mente las memorias precisas de mi propia
risa, pero si la expresión de mi rostro.
Todas las veces que me pregunto – filosóficamente – por qué no
seguir recuerdo mi propio dolor.
Siempre vuelven a mi mente las memorias precisas de mi
propio llanto, pero no la expresión de mi rostro.
Debo tener memoria selectiva depresiva, o simplemente, buena
memoria.
Si me concentro puedo recordar todas y cada una de las
promesas que alguien no cumplió, todas y cada una de las mentiras, incluso las
casi-mentiras desbaratadas en el intento; pero por más que intento no puedo
recordar todo lo que debería agradecer, todas las frases bonitas que me
dijeron, si quiera en los momentos más dulces.
La memoria no es azarosa es defensiva.
¡Defensivamente! Si duele, lo olvido. Punto
¿Pero cuanta capacidad tiene el cesto de los recuerdos? No
creo que mucha.
Por estadística se sabe que la mayoría de los post
adolescentes tienen su primera crisis antes de los 25, y en muchos casos suele
ser fatal. Sí. Algunas terminan siendo muy susceptibles.
Ya he sobrepasado los 25 y tengo en mis registros un par de
duras crisis, pero, como dicen los psicólogos: las duras son las recaídas.