miércoles, 18 de octubre de 2006

Memoria


Todas las veces que me pregunto – filosóficamente – por qué seguir recuerdo mi propia sonrisa.

Nunca vuelven a mi mente las memorias precisas de mi propia risa, pero si la expresión de mi rostro.

Todas las veces que me pregunto – filosóficamente – por qué no seguir recuerdo mi propio dolor.

Siempre vuelven a mi mente las memorias precisas de mi propio llanto, pero no la expresión de mi rostro.

Debo tener memoria selectiva depresiva, o simplemente, buena memoria.

Si me concentro puedo recordar todas y cada una de las promesas que alguien no cumplió, todas y cada una de las mentiras, incluso las casi-mentiras desbaratadas en el intento; pero por más que intento no puedo recordar todo lo que debería agradecer, todas las frases bonitas que me dijeron, si quiera en los momentos más dulces.

La memoria no es azarosa es defensiva.

¡Defensivamente! Si duele, lo olvido. Punto

¿Pero cuanta capacidad tiene el cesto de los recuerdos? No creo que mucha.

Por estadística se sabe que la mayoría de los post adolescentes tienen su primera crisis antes de los 25, y en muchos casos suele ser fatal. Sí. Algunas terminan siendo muy susceptibles.

Ya he sobrepasado los 25 y tengo en mis registros un par de duras crisis, pero, como dicen los psicólogos: las duras son las recaídas.