Dios, gracias, pero ya no necesito tus señales.
En realidad, disculpame, las busqué mucho y jamás las vi.
Descubrí mi instinto, lo liberé y ahí deposito mi incertidumbre.
La ansiedad que conoces sigue aquí, a veces aflora y sale a jugar, pero cada vez con menos intensidad.
La verdad liberó el instinto, y mi instinto está marcando el camino.
No he dejado de buscar, solo me estoy dejando llevar.