Eran como las 2:30 de la madrugada.
Desnudos, en extasis nos seguimos acariciando. Suave, dulce, natural. Aún había más. Más ganas, más planes para la piel.
Tanta química hacía que no podamos dejar de jugar con el sexo, con las risas cómplices, con la música.
Tiró de la tohalla blanca que cubría mi cuerpo y en un ademán violento acarició mis pezones, los mordió. Acarició mi panza, mi cintura, mis piernas.
Escuchaba su respiración mientras me penetraba, profundo. Sentía su fuerza en mi vagina. Un pequeño dolor constante, un poco de sangre.
Tomó mis piernas, las elevó mientras estaba dentro mío y sentía su miembro aún más profundo. Me llenaba, dolía, era delicioso.
Mi cuerpo y mi mente deliraban, sentía que iba a explotar dentro mío. Lo podía intuir. Pero no aguanté y grité: basta! Fue demasiado.
Pedí disculpas, en mil formas. No me sentía tan avergonzada desde la adolescencia. Nos deconectamos.
Sonó el teléfono. Era su ex en el medio de la madrugada. Atendió en el pasillo del hotel. No dije nada, sólo observé la situación. No había nada que reclamar, esa noche era prestada, no era de nadie.
Tomamos aire en el balcón, seguimos charlando, riendo, más música.
- Este concierto es alucinante, miralo conmigo nena
- Nine inch nails suena sexy desde que lo conozco babe
Sólo nos abrazamos en silencio por un rato.
Tomó mi pelo, presionó mi cuello hacia adelante y me incliné en la mesa donde estaba la notebook. Sus manos subieron por mis muslos, sus dedos de vuelta en mi clítoris, volvió la humedad a mi vagina y ese sabor dulce cuando sube la temperatura a mi boca.
Gemí cuando me penetró por el culo. Despacito, luego fuerte, con ritmo. Se me erizaba la piel. Dolía pero no quería que se detenga. Me excitaba sentirlo así de caliente.
Me lanzó a la cama, de cuatro, mordí una almohada y mientras gritaba con todas mis fuerzas contra ella, el seguía cogiéndome duro.
- Te gusta?
- No pares nene
El estímulo anal me gustaba y me mastrubaba mientras él estaba dentro.
Mi orgasmo, el suyo. Fluidos por todas partes. Nuestras respiraciones agitadísimas. Algunas caricias más.
Amanecimos escuchando reggae, hablando sin parar entre despiertos y dormidos. Como si no quisiéramos que se acabara esa aventura.
Todo nuestro sexo y toda la magia quedaron guaradadas en la habitación 612 cuando el domingo hicimos check out.