jueves, 15 de mayo de 2014

Madres biológicas y madres reales



- No es mi mamá mamá.
-¿Querés decir que es tu madre adoptiva?
-No tampoco, no es mi mamá verdadera, es mi mamá… del cariño.



En español, existe este interesante uso de la duplicación de un sustantivo para significar que algo es verdadero, de calidad o cabal. No es tan frecuente hoy como otros recursos (tal vez se utilice más el prefijo “re”, como por ejemplo en “es un re auto“), pero es un uso lícito.

El significado profundo de “no es mi mamá mamá” es que, para mi, la Sra. Gladys no es una madre en el sentido completo de la palabra. Y lo tengo que confirmar siempre aclarando que no es mi madre “verdadera”.

¿Confuso?

Para mi, desde los 13 años, no es confuso. Fue cuando ella me adoptó como uno de sus pollitos estando embarazada de Gaby, su cuarta hija biológica, que entendí como era una mamá real.

Entre rock, pop, soul, jazz, electrónica y todos los estilos musicales que se les ocurra, ella me enseñó con paciencia como sobrevivir a una adolescencia vacía de una madre cariñosa. Me enseñó el valor del trabajo, del alma, del amor real, de que el mundo estaba lleno de trampas y de que tenía que saber defenderme.

Los años pasaron. Sobreviví mi adolescencia y me quedó el amor a la buena música en la sangre como combustible de mi vida, de mi andar. Crecí, me gradué de la universidad, trabajé, hice carrera, aprendí idiomas, hice posgrados, viajé, y ella siempre estuvo ahí.
Hoy, 20 años después me doy cuenta que las madres biológicas uno no las elige, pero si elige a su madre real: ese angel protector que está ahí, al otro lado del teléfono cuando necesitas de verdad que te digan que hacer.
A mi madre biológica que la juzgue Dios, no me toca a mi. A mi madre real solo me queda decirle cuanto la amo y agradecerle cada caricia en mis cabellos mientras me abraza y yo estoy llorando.