Siempre me he jactado de mi inteligencia, pero el universo es muy justo cuando debe darte una lección. Aprendí a ser humilde con el mayor ingrediente de mi ego.
Hace tiempo que uno de mis más grandes amigos me dijo: "A ese tipo no te acerques". La curiosidad me ganó y caí en la tentación. Tenía que saber por qué no.
El big bang fue tal que en una sola noche de brujas y conjuros me sedujo, me cautivó y rompió el parabrisas del auto. No pregunten cómo ni porqué. Solo pasó. Escenas extrañas de halloween.
Al día siguiente estaba en su cama. Y hoy me doy cuenta que yo le hacía el amor a él.
Un tipo con una carita angelical, un físico envidiable y un carisma astronómico. Irresistible para cualquier mujer con todos sus sentidos alerta y una sobredosis de soledad. El chico más dulce del mundo, diestro en las artes de la seducción: todo un Don Juan contemporáneo.
Nuestros conceptos divergieron: mientras yo tenía una relación de amante (porque había sexo), él tenía una relación de amistad conmigo y una relación de reparación con su ex novia. Un triángulo dónde solo él tenía toda la información. Ella y yo toda la historia a medias.
Cuando me acerqué a él, estaba viviendo en la pieza del fondo de la casa de un amigo en común y tenía una demanda por prestación alimentaria que hasta salió en televisión y en los diarios.
Me habló de una gran idea de negocios mientras recorríamos hoteles y moteles. La idea nunca fue mala, la ejecución parecía posible y yo tenía el dinero.
En menos de dos meses le alquilé una hermosa casa en el centro que serviría de taller y hogar para él, compré las máquinas, la materia prima, el dominio del sitio y pagué a mi asesor de negocios para que nos ayude a materializar todo. Gasté unos US$ 10.000.
Me preocupé de que coma, de que se sienta bien, de que esté inspirado y hasta le hice un jardín con flores, hierbas aromáticas y plantas para que tenga buena energía. Cargue la heladera de dulces cada vez que lo visitaba, pague la cuenta en todas las salidas.
Cuando su ex mujer le intimó judicialmente el pago de la prestación alimentaria de varios años, otros US$ 3.000, hice maravillas para conseguirle el dinero en 24 horas. Tengo 10 pagarés y siento gran verguenza por haberle ayudado hasta en eso.
Como parte del show me estaba ayudando como amigo a pasar mi depresión. Era muy conveniente para él que yo mejorara mi salud emocional. Tenía un montón de fichas en mi tambaleante tablero. En ese momento creí en todo su afecto, en todo su cariño. Se convirtió en la cuerda de la que me estaba agarrando para salir del pozo y el nuevo negocio era esa distracción que mi mente usaba para escapar de mis problemas.
Le escribí dos cartas, que él tiene, donde le confesé mi amor. Sólo respondió con una sonrisa, mientras sus acciones me hacían sentir que me estaba enamorando y me pedía que lo llevara en mi auto hasta la casa de su ex. Estaba tan seducida que acepté todas las reglas del juego: para mi no era el momento de tener una relación, yo podía esperar a que él cerrara el capítulo de una relación podrida, como me juro que estaba haciendo.
El negocio arrancó. Mi emoción se disparó. Mi cabeza explotó. Caí en una severa depresión que se estaba gestando hacía meses con el divorcio, el alejamiento de mi hijo, mi enamoramiento y mis problemas internos con mi mamá, mi familia, mis amigos, mi empresa. Tic, tac, tic, tac. Boom!
Todo iba bien hasta que la verdad, que es más fuerte que cualquier otra fuerza del universo, salió a la luz y su ex se entera de parte de mi lado de la historia en mi blog donde estaba escribiendo las crónicas de mi suicidio frustrado y él era parte importante del contexto.
Me mandó al infierno por decir la verdad con brutal honestidad. Me dijo que la amaba, que le arruiné la vida, y todo lo bueno que había hecho se hizo polvo en segundos. En una llamada me dí cuenta que sus intenciones eran simplemente mantenerme contenta mientras conseguía el diamante que quería.
Como ya tenía todo lo que quería fue fácil no dar nunca más la cara, no hablarme jamás de frente. Encerrarse en la casa que yo pagaba y trabajar en el negocio que yo financié. Se colocó donde quería mediante mis recursos y mi inteligencia. Yo hoy estoy fuera de su vida, él me echó a patadas. Le estoy devolviendo la gentileza sutilmente.
Hoy, que ya estoy lúcida y sana emocionalmente, puedo ver la gran estafa que duró exactamente 3 meses.
Siento pena por la mujer que está hoy con él. No conoce al monstruo, mitómano, frívolo, egoísta, manipulador y calculador que puede ser este lobo vestido de oveja. Creo que ni sabe que la casa del tipo y todo el negocio está a mi nombre. Creo que ni sabe que el celular que usa se lo compré yo.
Nunca antes había echado en cara cosas materiales, pero ser víctima de este gran artista del engaño me sirvió para darme cuenta lo valiosa que puedo ser para muchas cosas.
Pagué karma. Espero que el universo y yo ya estemos a mano.