Fue una sonata de insultos e improperios hasta que le di una
bofetada cuando escuché la palabra ladrona. Nosotros, estando casados,
decidimos emprender una empresa. Yo dejé mi empleo fijo para dedicarme a mi
sueño, él estaba de acuerdo en apoyarme. Hasta que las cosas tomaron otro rumbo
y la relación se destruyó.
Tuvimos una pelea horrible, de esas que ya no deseas tener
después de un tiempo. Mi corazón se volvió delator y me traicionó. Él pudo usar cada cosa que sabía
de mi para atacarme. Estocadas precisas, contundentes. Después de una hora
todas las claves intimas se volvieron ofensas.
Puedo asegurar que escuché como se me rompió el corazón.

Finalmente, tome media botella de un muy buen malbec, el vino que más me gusta. Y desarme en mi mano todo un blíster de pastillas de Clonazapem. Minutos después inconciencia. Ya no más dolor.
Al día siguiente solo recuerdo estar en una habitación de hospital con mucha gente murmurando a mi alrededor. El psiquiatra, el clínico, mi madre, mi ex esposo, amigos. Gente que quería salvarme la vida.
Suicidio frustrado.
Mi misteriosa mente lastimo a mucha gente llevando consigo todos mis mitos de perfección. Esa chica ahi tirada no era yo. Faltaban la alegría, la fuerza, las ganas de vivir.
Mi misteriosa mente lastimo a mucha gente llevando consigo todos mis mitos de perfección. Esa chica ahi tirada no era yo. Faltaban la alegría, la fuerza, las ganas de vivir.
Me levanté y volví a mi casa, sola de vuelta. Como siempre
tuvo que haber sido. Sola. Y comenzé a escribir estas crónicas para no olvidar lo que hice bien, para mejorar lo que hice mal.