Todo es una mentira.
Empezando por mi fuerza y siguiendo con mi independencia. Lo
peor es que no puedo parar de mentir. Soy débil y cuando me enamoro me vuelvo
absolutamente dependiente.
No tengo excusa válida por haberte hecho daño, pero por este
claro desequilibrio que sufro fui capaz de mentirte tan infernalmente.
No he tenido una vida glamorosa, no he dado la vuelta al
mundo, no he protagonizado grandes aventuras, pero he sufrido tantas tragedias
(algunas más que marginales) que mi mente ha decidido llevarme a vivir a ese
castillo desde entonces.
Hace años que vivo en esta inconciencia. En esta decadencia de
disfraces, bufones y caretas. Soy mil personas y ninguna.
Mi yo está muerto, no existe.
Me da pánico estar en soledad porque soy parte protagonista
de un monólogo interminable con cientos de personajes. A algunos los odio
tanto.

Siento que he llegado al límite.
Además de a mi misma te hice daño a vos. Te obligué a perder
la fe y a odiarme. La culpa me está enloqueciendo y probablemente no haya
retorno. No me quedan oportunidades. Y el dolor es indescriptible.
Yo sé que nada es absoluto pero mi yo relativo es el que me
está hundiendo en este abismo.
He mentido y he robado, y si en la vencida mato va a ser víctima del crimen el
peor de mis costados.
Probablemente me toque también a mi condenarme en el
intento.