jueves, 20 de noviembre de 2003

Adios


Siento una multitud de cosas en todo mi cuerpo y cada poro de mi piel respira por sí mismo. Detrás de cada uno de estos grafismos hay un millón de lagrimas de rabia. Dicen que eso es madurar.

A veces las despedidas duelen. Es decir, siempre.

Esta es la noche en la cual me despido del monstruo que vivía en mi alma. Esta noche maté las leyendas y dejé ir al pasado. Se archivaron como recuerdos.

Me gusta más este ángulo. Ahora tengo una nueva perspectiva. Desde este risco hay más claridad.

Estoy segura que vale la pena. Me voy acomodando en este plano de la realidad y voy a intentarlo también yo. Tengo un par de ángeles que me protegen. Voy a estar bien.

La despedida abrupta me hizo sangrar el corazón, pero fue donde me perdieron que por fin logré encontrarme.