El golpe de suerte, al ser tan honesto contigo misma como para aceptar lo que sos: adicta a qué?
Yo soy adicta al drama, al abismo del dolor, y a la enfermedad del alma.
No puedo respirar sin las náuseas de la incertidumbre, sin el victimismo psicótico que levanta las manos antes de cualquier golpe.
Pero, viene el golpe? Realmente casi nunca, yo lo provoco.
Hoy ya no da placer. Estoy agotada después de tantas décadas. Siento el hastío de mi adicción.
Ahora todo es resaca. Como la suma del día después del speed, del alcohol, de las pastillas, del ácido, de las mentiras embriagadoras.
Ahora todo es resaca. Ese minuto horrendo de músculos inmóviles, sin ningún control, de muerte.
Y luego vos. Ahí, sublime, estás vos, lúcido, hablando claro.
Cuando me dispongo a salir es cuando tomas mi mano. Salto del óbito al éxtasis inconmensurable, indescriptible, perenne, incesante.
Pero es todo fugaz, lo confieso.
Sos el primero con el que me he animado a abrir mi cajón de sastre, mi caja de Pandora.
Sos el primero que ha podido parar el huracán a voluntad.
No sos mi víctima y no puedo convertirte en victimario.
Sos dueño del juego. No caes en el mío.
Amo lo que haces, lo que no haces.
Amo el camino que me trazas.
Te amo.